Educar en casa nace de la necesidad

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En la Torre de Hércules

Educar en casa nace de la necesidad

Por Marta García, vicepresidenta de ALE y mamá de Epysteme. Publicado en Saber Alternativo.

En nuestra familia educamos en casa. Y quizá, con esta definición, “educar en casa”, uno no llega a ser consciente del alcance vital que conlleva haber decidido este camino. Así, sin más reflexión, se puede pensar que habrá una mesa y unas sillas, un material escolar, unos horarios, una programación y ya. Y los niños harán lo que les manden, con más tesón si acaso, porque es una enseñanza personalizada: tendrán sus ratos de ocio, irán a actividades extraescolares para estar con otros niños y eso será todo. La realidad, afortunadamente, es bien distinta.

A la educación en casa, las familias llegan por muchas vías. Pero las más comunes son aquellas familias que ya lo vienen sintiendo desde que son padres y no escolarizan nunca, y aquellas otras, que a raíz de las malas experiencias con la escuela, se lo plantean y se deciden. En este último caso, estamos nosotros.

Afortunadamente, nuestras malas experiencias ya comenzaron en educación infantil, y así, hemos podido dar el paso a tiempo, para, en primera instancia poder recuperar algo que habíamos perdido, la vida familiar, y en segundo lugar, algo que estábamos a punto de perder, la curiosidad natural, el propio ritmo de aprendizaje y la asimilación de lo que nos ofrece la vida, a través del juego libre y la creatividad.

La intensidad de lo que ha venido ocurriendo en este proceso de “desintoxicación” es difícil de comentar en unas líneas. Baste decir que los niños aprenden de todo a todas horas; baste decir que los niños vienen para estar en medio de nuestras vidas; baste decir que aprender es un acto tan conectado con la emoción que, cuándo se le deja en libertad, los resultados son absolutamente espectaculares; y baste decir que los adultos que tenemos el lujo de ser testigos de primera fila de todos estos procesos, somos unos auténticos privilegiados.

Conocimientos académicos

Si hablamos de la cuestión académica, existen muchos métodos para la educación en familia, casi tantos, diría yo, como familias. Hay quien escoge llevarse la escuela a casa, priorizando un currículum oficial; hay quién prioriza la curiosidad natural por encima de todo y no sigue nada preestablecido; hay quien combina varios métodos a la vez. En este punto, hay familias que se sirven de personas externas para algunas asignaturas, también existen escuelas a distancia, con base en países dónde la educación en casa es mucho más común, y sirven de apoyo para todas aquellas materias que los padres no pueden alcanzar, etc. En nuestro caso, priorizamos absolutamente el ritmo interno de cada uno.

Hadrián, que este verano cumplió 7 años, salió de educación infantil con 5 y un odio atroz a coger un lápiz y escribir. Evidentemente no era su momento. Sus pequeñas estructuras mentales no tenían la madurez suficiente para enfrentarse a la lectoescritura de ningún modo. Le dejamos en paz. Ha estado haciendo muchas otras cosas, sobre todo moviéndose a su antojo, desarrollando su cuerpo y su forma de estar en el mundo, conociéndose, explorando el mundo que le rodea, profundizando en las relaciones personales. ¡Qué importante es esto!

Tan sólo hace un par de meses que me pidió que le enseñase a leer, que quería aprender para saber lo que ponía su entrenador de fútbol en la pizarra. Y lo ha cogido con tal ansia y tal gusto, que yo misma estoy impresionada de lo rápido que lo entiende todo, y el gusto que le da cada vez que lee una palabra. Sé que aprenderá a leer en cuestión de unos meses porque ha conectado la lectura con la emoción, y que cuándo lo haga, tendrá la madurez suficiente para entender lo que lee.

Lidia acaba de cumplir 6 años, sin embargo no muestra ningún interés aún por la lectura, pero sí le apasiona la escritura. Escribe y escribe sin parar, aunque no sepa lo que pone. Copia letras y párrafos y tiene una caligrafía buenísima para una niña tan pequeña. Y así le dejamos, que escriba y escriba lo que le apetezca. En algún lugar de su pequeño cerebro ella está disfrutando de esa escritura y le servirá para estructurar algo que sólo ella sabe para qué le vale.

Y así vamos haciendo con todo. De una visita a la Torre de Hércules (A Coruña) surge la pasión por saber como funcionan los faros, surge una visita a otro faro, surge saber qué es un Patrimonio de la Humanidad, surge ver otros Patrimonios de la Humanidad, surge saber más sobre los romanos, los barcos, la navegación, la vida en el mar, y así hasta el infinito… de una lectura de “El libro de la selva” nos acercamos a los lobos, como viven, dónde hay lobos en Galicia, nos acercamos a la India, dónde está, cómo viven los indios… de una pieza de música de Mozart escuchada en un avión, queremos oír más piezas de música y saber más de su vida, y ver la película…de los entrenamientos de taekwondo hacemos un trabajo sobre este deporte, de dónde viene, en qué consiste… del cumple de la abuela nos interesa saber cómo se vivía hace 100 años, qué hacían… de una visita a una muestra de trabajos artesanos surge una visita a una palilleira, o a un horno de cerámica, o a un telar…. Y así, hasta el infinito. La vida en estado puro.

Aprendiendo Jugando

Y además, la importancia del juego libre. Ellos se pasan casi toda la mañana jugando libremente y es apasionante comprobar el aprendizaje que realizan, todo lo que van incluyendo en sus juegos, a veces repetitivamente, con tesón, como si les quedase ese tema pendiente y tuviesen que explorarlo hasta que lo tuviesen claro, hasta que han sido capaces de estructurarlo dentro de sus cabezas. Hubo una larga temporada que en sus juegos incluían el tema de la muerte. Siempre uno era un rey, al que se le había muerto su padre, o ella era una princesa que se le había muerto su madre…. O el otro era un gato que se le había muerto su hermano, y la otra era una gallina que se le había muerto un pollito. ¡Qué tema, la muerte! Que aún muchos adultos no hemos podido superarlo, y los niños de una forma tan natural, si se les deja jugar libremente, poco a poco lo asumen en sus vidas.

Esta última temporada hacen lo mismo con las discapacidades. Ellos no entienden porqué hay personas con “tan mala suerte” que son invidentes, sordas, mudas, o con diferentes discapacidades. Así, todos los días tenemos animales de peluche que están sordos, que no pueden hablar, que no pueden caminar, que tuvieron un accidente y ya no tienen patas, etc., a los que hay que cuidar especialmente y tener muy en cuenta.

La socialización

En este punto llegamos a otra de las grandes cuestiones sobre las que se debate cuándo no se le da a la escuela el papel fundamental en la vida de un niño. La socialización. Hay grandes miedos a los que, al no estar en un aula con veinticinco o treinta niños y niñas de su edad, no tengan después suficientes recursos para relacionarse con el resto de la sociedad. Pero yo invito a la reflexión en este punto. La definición de socialización es muy simple, vivir en sociedad, y de nuevo el primer elemento socializador es la familia. Un niño que no ha podido profundizar en unas fuertes relaciones familiares, difícilmente podrá entender las relaciones fuera de su entorno. Así nos encontramos fácilmente con niños muy pequeños totalmente desapegados y que sólo quieren jugar con niños de su edad. No tienen casi ninguna referencia de comportamiento adulto y su forma de actuar es meramente imitativa de los otros niños del aula, o de lo que ven en los medios audiovisuales habituales.

Cuándo la educación se produce en el hogar esto no es así. Los niños acompañan a los adultos a todas las cuestiones vitales, y tienen una gran variedad de referencias adultas. Son niños que habitualmente se encuentran a gusto hablando y compartiendo con cualquier persona de cualquier edad, y por supuesto, con los otros niños. El pensar que la parte académica de su educación se produce en casa, no significa que estén permanentemente en ella, sino que el hogar se utiliza como mero “centro de operaciones” para desarrollar actividades, salidas, excursiones, y para compartir tiempo con los otros miembros de la familia (primos), vecinos, y amigos del parque, las actividades deportivas, etc.

Para completar todo este abanico de relaciones sociales cobran en la educación en casa, especial relevancia, las redes de apoyo. Ya bien sea a través de la Asociación para la Libre Educación (ALE), ( www.educacionlibre.org ), su foro privado para compartir el día a día, recursos, dudas, o sus encuentros organizados, bien sea por potenciar la relación con otras familias del entorno geográfico que también eduquen en casa. Es por esto que conociéndonos ocho familias que educamos en casa por toda Galicia, intentamos impulsar, a través de encuentros, las relaciones personales y la realización de actividades en común. Después de varios encuentros de sólo un día en diferentes lugares, surgió la idea de prolongarlos a un fin de semana para poder disfrutar de conversaciones más largas y que los niños se conociesen mejor y nos resultase menos cansado el desplazamiento. Para ello, no conocemos lugar mejor situado y que corresponda a nuestras necesidades de espacio y tranquilidad para los niños, que La Casa del Alba, en Antas de Ulla, Lugo. (www.lacasadelalba.org).

Autor: Marta García Ramos